Fuente Rebelión
Luego de las mentiras
sobre Irak —Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva que usaría
contra Estados Unidos, etcétera—, que prepararon el camino para que lo
invadieran, saquearan y dejaran en la más absoluta desgracia, parece que
hay que tener abollada la brújula política para creerse que Edward
Snowden sea un peligro mundial. Pero no es aconsejable despreciar el
poder de la ideología estadounidense y su retórica acerca del traidor
que debe morir. Porque de eso se trata, de la muerte de quien hizo
público los oscuros secretos de la NSA. Poco importa si es una muerte
real: en Guantánamo no se está muy vivo que se diga.
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